Ideas programáticas

Por una izquierda roja, verde y violeta

Una izquierda feminista:

Casa Grande combate la desigualdad de género, cuestiona la división sexual del trabajo como un orden natural, promueve una nueva ética del cuidado como responsabilidad de hombres y mujeres, de la sociedad y del Estado. Promueve el derecho a decidir como premisa básica del ejercicio de ciudadanía, aspira a la paridad entre varones y mujeres en los cargos de dirección y representación, así como a erradicar la violencia de género.

Por la igualdad económica:

Casa Grande aspira a la construcción de una nueva sociedad, más libre e igualitaria, a través del enfrentamiento a los factores de desigualdad generados por el sistema capitalista. Esto implica la implementación de políticas activas a favor de la distribución del ingreso y la riqueza. El compromiso del Estado con la igualdad se debe de reflejar aumentado el gasto social, eliminando la pobreza, desarrollando políticas activas para el incremento del empleo y los salarios. El Estado debe asumir un compromiso claro en revertir la concentración de la propiedad, particularmente en el caso de la concentración de la tierra. Para ello, es necesario profundizar en la reforma tributaria, haciéndola más progresiva. El Estado debe impulsar sistemas de economía social, particularmente seguir profundizando en la creación de mecanismos que estimulen las formas de propiedad colectiva.

El Estado:

Casa Grande apunta a un Estado garante de derechos. Se aspira a un Estado fuerte y ágil, que no desnaturalice la función pública y no aliente la precariedad laboral a su interior. Este Estado debe orientarse a la respuesta de las demandas y las necesidades de la sociedad, y no a la represión. El Estado debe ser profundamente democrático, y buscar continuamente formas de diálogo, participación y descentralización.

Educación:

Casa Grande aspira a una transformación del sistema educativo que priorice la inclusión, renueve los procesos pedagógicos, incorpore la investigación, revalorice la tarea docente y respete los principios de autonomía y cogobierno. Esto implica hacer todos los esfuerzos presupuestales posibles.

Cultura:

Casa Grande apunta a una cultura libre. Esto implica combatir todo intento de expropiación por parte de privados de bienes comunes culturales o intelectuales, y el poder de las grandes empresas privadas sobre los medios de comunicación. Además, implica el apoyo a la ciencia, la investigación, el pensamiento y las artes sin criterios mercantiles.

Sustentabilidad de la vida en la tierra:

Casa Grande defiende el uso justo y responsable de los bienes comunes necesarios para la sustentabilidad de la vida. La justicia social y ecológica supone romper con una lógica de crecimiento ilimitado para abrir espacios a las transiciones postextractivistas como horizonte. Las mismas deben atender dos condiciones: erradicar la pobreza, e impedir nuevas pérdidas de biodiversidad. Establecer límites de apropiación de la naturaleza resulta una condición básica para el logro de un equilibrio alternativo a la lógica de apropiación de los recursos naturales dominante. Por ello es imprescindible ejercer un control social y ambiental a los emprendimientos extractivos a la vez de revertir los subsidios para promover actividades de alta calidad ambiental, como la producción orgánica y aquellas dirigidas a garantizar la soberanía alimentaria. Para ello es necesario controlar el régimen de propiedad de la tierra, limitando su apropiación por parte de multinacionales.

Inserción Internacional y modelo de desarrollo:

Casa Grande asume una postura internacionalista de izquierda con especial énfasis en las alianzas con América Latina. El internacionalismo de la izquierda se asienta que las desigualdades (de clase, de género, raciales) son mundiales, y por lo tanto, mundial debe ser la lucha contra éstas. Esto implica una política antiimperialista, anticolonial y cosmopolita, que apuesta a la integración económica, política, institucional, cultural y democrática de América Latina, y a buscar alianzas con el resto del Sur, así como con proyectos políticos contrahegemónicos en todo el mundo. Esto implica también enfrentar las instituciones internacionales que profundizan las desigualdades y el poder del capital trasnacional.