Politizar el estrés
Los temas de campaña electoral giran bajo los rótulos: Economía, Política, Cultura. Unos tocan más de un aspecto; los más importantes todos.
El déficit fiscal es un tema económico, que la política usa para hacer campaña. ¿Gastamos mucho o recaudamos poco? Entender de qué se trata es un problema cultural. El economista Ernesto Esponda -La Diaria 25/05- nos ofrece dos listas de países para preguntarnos en cuál nos gustaría nacer y vivir:
- Suecia, Bélgica, Holanda, Dinamarca, Finlandia, Luxemburgo, Francia, Argelia, Grecia y Noruega.
- Guatemala, Sudán, Líbano, Hong Kong, Bangladesh, Honduras, Filipina, Haití, El Salvador y Bahreim.
La primera lista integrada por países con mayor gasto público; la segunda, los que tienen el menor “peso del estado”.
En general la realidad muestra, y Esponda se esmera en señalar, que el mayor gasto estatal genera un mayor desarrollo humano y allí donde “el mercado” es dueño y señor, el desarrollo humano se ve afectado de forma negativa. Cada regla cuenta con su excepción, claro.
Otro tema de campañas relacionado con el gasto y con el déficit: los funcionarios públicos ¿son pocos o muchos? ¿laburan bien o mal?
Aquí también nos ilustra Esponda. Entre 2005 y 2017 aumentaron los vínculos laborales con el estado. Son 65.000 nuevos funcionarios, contratados. Pero 60.000 están en educación, salud y seguridad. Muchos, por regularización de trabajo precario: Caso de personal de servicio y cocina en las escuelas, ‘contratado’ por las comisiones de fomento. El economista aporta un dato relevante: Del total de empleos, en 1996, los públicos eran el 21%; pasaron a un 17% en 2017. Uruguay está abajo de la media mundial que es 18%. En países como Noruega, Dinamarca o Suecia, los empleados públicos son el 28% y el 30% del empleo total. El miércoles 29 Primera Hora de San José ponía en tapa: “Tres ex ediles del Sumate entraron a la ISJ en 2018 por designación directa” (Herrerismo en nuestro departamento). El dirigente frenteamplista Pablo Urreta advertía que en Mayo entraron 30 funcionarios nuevos a la Comuna josefina. “¡Bajen el costo del Estado!” Así dicen.
Si la justificación del déficit fiscal no está en que los funcionarios sean o ganen mucho: ¿Dónde está el problema y cuáles pueden ser las soluciones? Porque el déficit es un problema y hay que atenderlo.
Esponda señala un caso. A la Caja Militar se la asiste con 550 millones de dólares por año y eso va de mal en peor. La asistencia financiera a las pasividades del BPS significan 24.000 pesos por pasivo y por año; para la Caja Militar esa asistencia significa 240.000 pesos por retirado y por año.
De la revista Nueva Sociedad leamos dos párrafos que representan una nueva teoría “…los culpables de los problemas de una sociedad disfuncional son los individuos descerebrados e inadaptados, y no los marcos políticos y económicos en los que se ven obligados a actuar. Al transferir la carga de la responsabilidad de la gestión de su propio bienestar a los individuos, y al privatizar y patologizar el estrés…” se exime de responsabilidades al sistema. Entonces “…el estrés y el sufrimiento social no son el resultado de desigualdades masivas, prácticas empresariales nefastas o corrupción política, sino de una crisis dentro de nuestras cabezas…” La ideología, que integra el área de la cultura, se pone al servicio de intereses económicos e intenta naturalizar, legitimar una realidad funcional al sistema económico capitalista.
En Europa, las clases medias derivan del progresismo socialdemócrata hacia el populismo de la derecha ultranacionalista; los votos que pierde el socialismo europeo lo ganan las derechas más extremas. ¿Hay un doble corrimiento o el trasvase es directo? Me explico. ¿De la izquierda nos corremos a un progresismo de ‘centro’ y del centro, a la derecha cuasi fascista? Son muchos los que realizan un vuelo sin escalas de un discurso de la izquierda más o menos radical, al racismo, la xenofobia, la militancia antiderechos o a la aporofobia viceral. En nuestras ‘doloridas repúblicas’ ¿cómo transcurre el proceso de derechización que barrió con el progresismo e instaló los Piñera, Duque, Bolsonaro, Macri?
Quizá en la deriva incida una educación cuya orientación está en disputa y a la que las derechas conservadoras pretenden – con más o menos éxito – privatizar tanto por tener un dominio más profundo sobre las nuevas generaciones, como por incorporar a sus mercados un negocio más. Porque importa cuánto se invierte, pero más pesa cómo se hace. “Un buen ejemplo de esto es Costa Rica. Un país que gasta la barbaridad del 8% del PIB en educación [España, por ejemplo, dedica el 4%], pero que igual no obtiene los resultados deseados. Muchos estudiantes costarricenses tienen puntuaciones deficientes en matemáticas y lectura cuando se les compara con países de la OCDE que dedican menos recursos” [1].
Los números nada dicen por si mismos. Nosotros los ordenamos para que su significado acompañe nuestras ideas y para eso les damos la palabra. Vale advertir que el PBI de Costa Rica y el de España, sobre todo si los consideramos en función de poblaciones (PBI per cápita) y niveles de desigualdad, son bastante dispares y por eso es posible también hacer otras lecturas. Me pregunto si alguien se tomó el trabajo de calcular, para Uruguay, cuánto más es el 5% del PBI en 2018, que el 3% del PBI en 2003. Pero si pretendemos compararnos con Finlandia en resultados educativos, analicemos cuántas horas semanales de clase tiene un profesor aquí y allá, cuanto se gana y que formación se exige en cada caso. Necesitamos varios años para formar un cuerpo docente adecuado en cantidad y calidad. Y siento que no hemos comenzado. Parece condición previa y necesaria cambiar esa suerte de Darwinismo al revés que opera de tal manera que los más capaces, si tienen posibilidades, eligen carreras más rentables que la docencia. Hace décadas, el profesorado era un trabajo prestigioso. En 7ma. Categoría se dictaban 21 horas semanales con sueldo similar al de diputado.
Pero no solo es problema de formación, dinero o prestigio. Es cultural. Nuestros actuales docentes ¿cumplen con su horario de trabajo? Esto, tan elemental, tiene implicaciones serias. Si los docentes faltan mucho, no cumplen su tarea y dan un pésimo ejemplo sobre el valor de hábitos de trabajo y responsabilidad laboral.
Hay que dejar de jugar a la mosqueta; no importa si está primero el huevo o la gallina. Hay que empezar por las medidas concretas que la realidad permite y el sentido común aconseja. Luego la política tendrá que hacer posible lo que parece imposible y la economía encontrar los recursos donde sea que estén… Es un tema cultural, de convicciones.
- https://elpais.com/economia/2019/05/23/actualidad/1558620788_310958.html
David Rabinovich