El pasado martes 15 de agosto La Huella de Seregni se llenó de vida, de vivencias recorridas, de mil historias contadas y algunas otras vividas. Se colmó de abrazos y saludos afectuosos, de esos que solo el tiempo y la perseverancia en vínculos fraternos pueden brindar. En el público presente había muchas personas, todas ellas provenientes de diversos ámbitos que se entrelazan: figuras políticas, intelectuales, académicas/os, frenteamplistas, parlamentarias/os, familiares, amigas y amigos. Una síntesis de lo que Alberto representa, un reflejo de lo que fue capaz de sembrar.
Entre risas y anécdotas sugestivas, se dio inicio a la presentación del libro de nuestro querido Alberto Couriel. A través de distintas perspectivas que se convirtieron en relatos testimoniales, se fue delineando a Alberto: desde su pasión por la política y su amor por el partido, hasta su compromiso con la academia y su afecto y amor por la entrañable Clara Fassler, su compañera de vida. Varios coincidieron en que en ella radica la responsabilidad de que Alberto se haya declarado feminista.
A medida que avanzaba la instancia, los datos biográficos y las demostraciones de afecto evidenciaban que estábamos frente a una gran persona y un político destacado. Con una trayectoria extensa y relevante, Alberto Couriel es un testigo viviente de la historia política de nuestro país, habiendo aportado significativamente a la era progresista y siendo uno de los principales responsables de la unidad de la izquierda.
Las distintas presentaciones nos pasearon por todos esos Albertos que Couriel supo ser, y nos guían por las distintas experiencias vividas desde su exilio, los encuentros con prominentes figuras políticas como su encuentro con el Che Guevara, su papel como asesor del General Líber Seregni, su vida parlamentaria y su relación con otros líderes políticos de Sudamérica.
Se hicieron reseñas sobre su comprensión de los problemas del desarrollo, así como las estrategias para abordarlos. En el prólogo escrito por Constanza Moreira, Couriel es catalogado como «el último desarrollista», y se subraya que la comprensión de los problemas del desarrollo también es una lectura política, una interpretación de las relaciones de poder que facilitan u obstaculizan una estrategia de desarrollo democrática e igualitaria.
Se plantearon preguntas sobre el futuro del socialismo, debatiendo en relación a los procesos en Venezuela, Cuba y Nicaragua, con la noción de que la izquierda debe garantizar la democracia política y el desarrollo económico, entre otros aspectos que se analizan detalladamente y que merecen una reflexión profunda.
En las distintas intervenciones, se hizo referencia a la tercera y última parte del libro, en la cual Couriel analiza la relación entre el capitalismo y la democracia, y aporta ideas sobre nuestra fuerza política y las generaciones futuras.
Finalmente, Alberto agradeció a cada panelista y compartió alguna anécdota más de su vida política, culminando con una conmovedora historia que refleja su compromiso por su país, priorizando sus principios éticos arraigados y su convicción en su partido. Nos brindó una dosis de esperanza al destacar que aún existen «viejas formas» de hacer política que fomentan el diálogo y la cooperación, fortaleciendo así la democracia, en contraste con la retórica de odio que lamentablemente prevalece en la actualidad y que amenaza la institucionalidad democrática.
La jornada culminó entre abrazos y sonrisas. Vale la pena destacar la reflexión compartida por nuestra compañera Margarita Percovich sobre esta hermosa velada: «Recuperar la historia de las luchas por el cambio siempre es una experiencia entrañable, y reencontrarnos con quienes estuvimos involucrados en esas luchas fue maravilloso».
En resumen, siempre volvemos a los lugares que se amó por alguna razón y donde se luchó de diversas maneras por la vida.