
El pasado lunes realicé una intervención en la Junta Departamental a propósito del mes de la Afrodescendencia. Lo intentaré transmitir en estas líneas.
El Atlas Sociodemográfico de las desigualdades en Uruguay, el Nº 2 dedicado a la población afrodescendiente publicado a partir de los datos del censo 2011, comienza diciendo en su presentación:
La población afro-uruguaya es la minoría étnico-racial de mayor presencia numérica en el país y con una fuerte impronta en la identidad nacional. A pesar de ello, la posibilidad de analizar cuantitativamente sus características y situación en la estructura social es reciente. Pasaron 150 años sin que se incluyeran preguntas orientadas a recabar datos sobre la raza en los censos nacionales; el único antecedente al Censo de Población de 2011 fue el censo de 1852.
La población afro en Uruguay es aproximadamente un 8% promedio según el último censo. Llega a más del 17 % en departamentos como Artigas y Rivera en tanto es apenas al 5,7% en nuestro departamento. Cualquier dato que busquemos sobre las características de la población en cuanto a su nivel educativo, porcentaje de inserción laboral o calidad de los ingresos, podemos observar cómo siempre es una población sistemáticamente más pobre, con menores niveles de estudio y mayor índice de desempleo. Por poner algunas cifras: Las mujeres afro desempleadas asciende al 12%, cuatro puntos porcentuales más que las mujeres no afrodescendientes (8,4%) y cuatro veces mayor que los varones no afrodescendientes (4,3%). En cuanto a las Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI) la población afro presenta 6 puntos porcentuales más si se consideran 2 y 3 NBI.
Sin embargo, creo que nadie puede desconocer en la actualidad el papel protagónico que esta población tuvo en la historia y el inmenso aporte a la cultura de nuestro país. La población afrodescendiente ha sido históricamente invisibilizada y socialmente discriminada, es por eso que en la actualidad se hacen necesarias medidas de acción afirmativa que están presentes en algunos programas que ya existen e intentan reducir estas brechas sociales, tan injustas e indeseables y que se han mantenido a lo largo de la historia desde nuestra misma independencia.
En nuestro departamento, la actividad que vienen realizando las comparsas de tambores en la ciudad de San José y en otras de nuestras ciudades, es una muestra más de este aporte a la cultura que valoramos y debemos apoyar. El crecimiento que ha tenido este movimiento social y cultural en los últimos años es exponencial. Las comparsas están realizando un gran esfuerzo en traer desde otros puntos del país a músicos y artistas representantes de la cultura afrouruguaya con el fin de profundizar y mejorar en dichas expresiones. Además, estas agrupaciones nos vienen representando en las Llamadas de Flores, de Durazno y en el concurso oficial de Montevideo. Diferentes personalidades de las comparsas josefinas son reconocidas y valoradas a nivel nacional por el aporte que realizan a la cultura afrouruguaya.
Estamos en el mes de la afrodescendencia pero San José no tiene una agenda de actividades a nivel departamental. Sería conveniente generarla e investigar la presencia e influencia afro en las manifestaciones culturales, en nuestra literatura, en la música, en el teatro y la pintura. Sin olvidar el deporte claro. Para comenzar, junto a la mesa de trabajo que la semana pasada acordó que las comparsas sigan en los barrios que las han visto crecer, propongo declarar de interés departamental categoría C la actividad cultural de las comparsas en todo el territorio de nuestro departamento.
El espaldarazo nominativo desde el gobierno departamental puede contribuir a lograr más apoyos de otras instituciones que sirva para el avance de las comparsas de San José al ritmo del tambor. Luego, se debe traducir en hechos.