La noticia del asesinato de la Concejala del PSOL Marielle Franco y el chofer Anderson Gomes posee una escala de gravedad a tener en cuenta: la muerte de alguien en las manos de la policía, la muerte de una mujer de origen pobre, negra, feminista y lesbiana que osó desplazarse del destino que le era asignado para ser voz y voto de un territorio golpeado por la violencia.
Primero, la muerte de cualquier persona en las manos de la policía es parte de un sistema punitivo que opera hace muchos años en Brasil y ha ejecutado negros y pobres con una frecuencia solo comparable a una guerra que en prácticas ilegales dentro y fuera de la policía se imbrican con el crimen organizado. Así como las grandes empresas necesitan el Estado para asegurar su rentabilidad, el crimen organizado también lo necesita.
Segundo, la muerte de una mujer con esa trayectoria de vida y ese color de piel en un país en que las mujeres negras tienen 2 veces más riesgo de ser asesinadas según el «Índice de Vulnerabilidade Juvenil à Violência (IVJ) 2017» es el retrato de una pirámide social que ha sido reformada durante los gobiernos de izquierda, pero no ha sido transformada. Hay seres humanos menos humanos que otros desde la época en que sus cuerpos empezaron a ser considerados mercancía. Por esa razón, cuando supe de esa triste noticia me pregunté: habiendo tantos militantes sociales y políticos trabajando el tema de los DDHH, ¿por qué Marielle? Seguramente sus asesinos esperaban que ella fuera una más en las estadísticas.
Tercero, la muerte de una mujer política, representante una parte de la población a la cual las políticas públicas llegan tarde, escasas, prontas en un envoltorio (sin posibilidad de participación ni en su diseño, ni en su ejecución, ni en su evaluación). La relatoría de Marielle en la comisión de fiscalización de la intervención militar les daba una oportunidad a las comunidades más afectadas por la violencia de, por lo menos, no aceptar decisiones arbitrarias sobre su territorio.
Por todo lo mencionado anteriormente, me parece que como izquierda nos encontramos en un punto de inflexión: hay decisiones que tenemos que tomar respecto a lo que está pasando en la región. Ya dejó de ser un tema de debate, de análisis y de discusiones en Twitter para ser un llamado y, aunque algunos se pueden adelantar en ese sentido, no es una cuestión meramente electoral, es un llamado al compromiso con todo lo que Marielle representa. Todo. Que ninguna parte quede afuera de nuestra lucha.
Pues hemos esperado voluntad política, coyunturas, hemos explicado, hemos ignorado privilegios, estructuras rancias de poder, hemos omitido delante de la muerte de muchos, hemos tenido mucha paciencia. Y me parece que es el momento de perderla.
Foto: https://theintercept.com/2018/03/16/marielle-franco-assassination-brazil-police-brutality/