La política cambiaria ha tenido mucha influencia en la historia económica del Uruguay de los últimos 60 años. En la etapa de industrialización había tipos de cambio múltiples. Con la reforma cambiaria de 1959 se transformó en tipo de cambio único, que se mantiene vigente hasta la actualidad. En la evolución del tipo de cambio influye el desempeño del valor del dólar en el mercado financiero internacional, las cotizaciones en los mercados financieros de Argentina y Brasil, entrada de capitales financieros especulativos, las expectativas internas, algunos acontecimientos económicos que pueden influir sobre su valor y especialmente la presencia de las autoridades monetarias, a través del Banco Central del Uruguay, comprando y vendiendo dólares.
El tipo de cambio, pesos por dólar, influye en la competitividad de precios junto con la evolución de los precios internacionales de los productos de exportación e importación. La evolución del tipo de cambio también puede influir sobre la inflación interna, medida por el índice de precios al consumo. Un aumento del tipo de cambio influye sobre los precios de los productos de exportación que también se usan en el mercado interno, como puede ser la carne, el trigo y la leche. Influye también sobre todos los productos importados, tanto los bienes de consumo, los insumos intermedios y los bienes de capital. Algunas mediciones históricas marcaban que por cada aumento de 10% del tipo de cambio los precios internos se incrementaban en 4%.
En estos días el tema está arriba de la mesa por los problemas con los productores agropecuarios. El presidente del Banco Central declara permanentemente que la intervención de la autoridad monetaria comprando dólares es para que el valor del dólar no baje de determinado nivel. Se argumenta que se han comprado en el año 2017, 4000 millones de dólares para que el tipo de cambio no descienda, por ejemplo, por debajo de $28 pesos. Sin ninguna duda, si el Banco Central no hubiera intervenido el valor del dólar hubiera bajado mucho más y la competitividad se hubiera afectado profundamente. Por ello la realidad indica que si se deja al libre juego del mercado, en la actualidad, el valor del dólar hubiera descendido. Por otro lado, si el dólar aumenta por encima de esos $28 pesos, la autoridad monetaria deja de intervenir y el dólar vuelve a caer. Es factible que en la baja del dólar estén influyendo la entrada de capitales financieros especulativos, que se pasan a pesos para aprovechar altas tasa de interés en moneda nacional, que con el dólar planchado equivale a intereses en dólares relativamente altos. En 2013 se fijó un encaje para que dichos capitales no pudieran comprar títulos emitidos primero por el Banco Central y posteriormente por el Ministerio de Economía y Finanzas y con ello desapareció el descenso de la cotización. Probablemente harían falta medidas de esta naturaleza para no tener que seguir comprando dólares.
En la mirada del gobierno lo central de la política cambiaria es utilizarla para contener la inflación, para que no tenga grandes oscilaciones y, en algunos momentos, para que la competitividad no tenga grandes pérdidas. Sin ninguna duda se cuidaron las vulnerabilidades para que no haya grandes saltos en su cotización. Podríamos también afirmar que se tuvo éxito en el control de la inflación. La suba interna de precios se ubica dentro del rango meta, por debajo del 7%. Ello se logró sobre la base de que los precios internos de los bienes transables, que tienen vinculación directa con el comercio exterior y por lo tanto están muy influidos por la cotización del tipo de cambio, crecieron menos que los no transables. La baja cotización del dólar ayudó a la contención de la inflación.
¿Qué ha pasado con la competitividad de precios? Si en un momento determinado la inflación es 50% y los salarios nominales suben 40%, es evidente que los asalariados perdieron 10% en su poder de compra. Si la inflación es 50% y el tipo de cambio sube 40%, hay quienes perdieron 10%. Ellos son los exportadores y los rubros que compiten con artículos importados. Desde 2005 en adelante hubo una caída del tipo de cambio nominal, que sin grandes oscilaciones fue cayendo a través de los años desde $28 pesos por dólar hasta alcanzar $19 pesos por dólar. Esto se denominó el atraso cambiario como en la década del 90. Pero entre 2005 y 2014 los exportadores no se vieron afectados, porque estuvieron más que compensados con una muy elevada suba de los precios internacionales de los rubros de exportación. En la medida que no hubieron detracciones, los productores rurales se vieron muy beneficiados por este aumento de los precios internacionales. En un país como Uruguay las exportaciones son muy importantes, máxime cuando se desea aumentar el valor agregado de los recursos naturales colocados en el exterior. Además, en el futuro es imprescindible participar en cadenas de valor regionales e internacionales para avanzar en exportaciones de alta y media tecnología.
Hoy el Uruguay es un país caro en dólares, sobre todo si lo medimos con respecto a EEUU y Europa Occidental. El turismo ha tenido una temporada excepcional porque en la Argentina es muy elevado el atraso cambiario por la elevada inflación interna. También la moneda brasileña está sobrevaluada. Recuérdese que en 2003 cuando asumió Lula, el dólar se cotizaba a 3,70 reales y fue cayendo hasta llegar a 1,60 reales por dólar. Es muy difícil que el sector industrial no se vea afectado por una situación de esta naturaleza. Cualquier devaluación brusca sería muy negativa. Pero aumentos graduales son necesarios para mejorar la competitividad, para que rubros industriales puedan competir en mejores condiciones con los productos importados y puedan mejorar los niveles de empleo. Otro gran tema para la formulación de las bases programáticas en este año.
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