Estamos otra vez en marzo y otra vez respondo miles de preguntas y recibo muchos cuestionamientos sobre las reivindicaciones de las mujeres. Algunos de los comentarios con el fin de construir, otros que no.
¿Por qué te parece tan banal esta lucha? ¿Por qué piensas que “sí, pero…”? ¿Por qué crees que hay reivindicaciones más importantes primero? ¿Por qué minimizas lo que tus amigas, compañeras, hijas y madres te están diciendo que les pasa? ¿Por qué piensas que estamos exagerando?
Te propongo quitarnos las armaduras y conversar sin ataduras. Yo como vos también soy hija del patriarcado.
- Yo también pasé un tiempo en que no me daba cuenta de los privilegios que tuve, pocos o muchos, no importa, pero en algún lugar de la sociedad son privilegios. Igual que vos.
- Yo también levanté la voz en algún momento para hacer prevalecer lo que pensaba. Igual que vos.
- A mí también me convencieron de que no mostrar mis sentimientos sería una buena armadura y me ayudaría a “avanzar en la vida”. Igual que a vos.
- A mí también el sistema quiso meterme en la carrera de los codazos y convencerme que la meritocracia es lo único que está en juego. Igual que a vos.
- A mí también me dijeron cómo debía vestir y que debía ser “modosita”, mientras a vos te decían que debías de ser fuerte.
- A mí también me juzgaron por mi apariencia mientras que a vos por tus ideas.
- De mí también hablaron en mi pueblo cuando me metí a disputar un lugar político, mientras vos eras uno más de todo el grupo de hombres.
- A mi también me quitaron el micrófono mientras se lo daban a otros como vos que a lo mejor no tenían pensado qué decir.
- A mí también me invisibilizaron mientras a vos te nombraron.
- ¿Por qué si acuerdas con otros antes la reunión es “negociar”, pero si lo hacemos nosotras “somos utilizadas”?
- ¿Por qué si luchas por el obrero oprimido criticas que yo no represento a las mujeres que sufren opresión en sus casas?
- ¿Por qué logras ponerte en la piel del obrero oprimido, pero no te das cuenta de que estás siendo opresor de otras?
Me acuerdo de aquella canción que dice “la gente si no le pasa no siente” y quisiera no creer en ella. Quiero creer que somos capaces de ponernos en el lugar del otro, que también vos puedes ponerte en el lugar de la otra.
No pasa nada si es a partir de ahora. Bienvenido y bienvenida, a no ser funcionales al sistema patriarcal.
Bienvenido a cortar esos chistes que nos cosifican y que llegan todo el tiempo a tu grupo de whatsapp.
Bienvenida a que le enseñes a tu hijo que está buenísimo demostrar sus sentimientos.
Bienvenido cuando le “parás el carro” a tu compañero que se sienta al lado tuyo, porque monopoliza la palabra de la asamblea y además grita.
Bienvenida cuando le crees a tu amiga que está siendo acosada en su trabajo y le ayudas para que lo denuncie.
Bienvenido cuando das tu lugar a una compañera para que vaya en representación de tu sindicato y, además, colaboras con los cuidados que debería cumplir ella ese día en su casa.
Bienvenida cuando no juzgas a tu vecina, aunque no compartes nada de su forma de vida.
No te olvides de los versos que nos dejó la murga en este carnaval:
Hay muchas formas de desigualdad
Si las más pobres son las que sufren más
Que sea trabajadora nuestra canción
Contra el capitalismo y la explotación
El abuso social es patriarcal
Porque un país posible tiene que haber
Donde no falte nadie por ser mujer
Juntas vamos por más
Ni un paso atrás.
Queremos la mitad de sartén y la mitad del mango. Por eso es que decimos: “Nada sin nosotras”. Bienvenidos y bienvenidas al feminismo en un nuevo 8 de marzo. Nos vemos en la marcha.
Ana Gabriela Fernández