Se están cumpliendo 50 años de la publicación “El Uruguay como problema “ de Alberto Methol Ferré y el Cefir le organizó un homenaje por dicho evento, en la que tuve el honor de participar. Methol, el Tucho como le decíamos, fue un querido amigo. Lo conocí en el Sorocabana de la plaza LIbertad y me habló tanto que me dejó tartamudo por dos días. Compartimos una mesa de café nocturna y diaria en el Palace, en la rinconada de la Plaza Independencia. Entre otros también concurría Carlos Real de Azúa, así que yo aprendía enormemente. Methol era una especie de sabio, historiador, filósofo, teólogo. En esa época participamos juntos en el equipo asesor de Seregni, desde enero de 1971. En cada reunión el Tucho era capaz de lanzar 4 o 5 ideas novedosas. Probablemente de ellas solo una era creativa y valiosa. Pero siempre había por lo menos una, que nos hacía pensar y reflexionar. En el 2008, volvimos a compartir una tarea política ayudando a la candidatura de José Mujica. El Tucho lo comparaba con Herrera. Decía que Herrera era el Mujica del patriciado y Mujica era el Herrera de los pobres. Tenía dos grandes pasiones: la santa madre iglesia y la integración regional.
“El Uruguay como problema” lo escribe a fines de 1966 y se publica en 1967 donde discute la viabilidad del país. Lo escribe en una etapa de crisis económica, social y política del Uruguay. Estancamiento económico, inflación que alcanzó a los tres dígitos y quiebras de bancos son indicadores de la crisis económica. Se suceden los enfrentamientos sociales, que me hacen decir en la época, que se había profundizado la lucha de clases, con grandes empresarios en el gabinete ministerial. La crisis política surge con nitidez del desprendimiento de las alas progresistas de los partidos Blanco y Colorado para la fundación del Frente Amplio.
Methol entiende que se agotó el modelo basado en la renta diferencial que surgía del sector agropecuario y centra su análisis en la democracia, la industria y la integración económica regional. Los enfrentamientos sociales y políticos ponían en tela de juicio los principios democráticos. El tamaño del mercado impedían el proceso de industrialización y éste requería de la integración económica. La salida se basaba en la unidad de la Cuenca del Plata o del Cono Sur, que integraban Brasil, Argentina, Paraguay, Uruguay y Bolivia, con posibilidades de agregar a Chile. Planteaba la necesidad de que Uruguay jugara como nexo entre Argentina y Brasil, que eran los países centrales para este proceso. A su vez, debía jugar con Paraguay, Bolivia y Chile para hacer contrapeso de la fuerza de Argentina y Brasi. Planteaba también que Brasil debería tener una política de fraternidad y no de hegemonía.
Methol escribe en 1999 “Los Estados Continentales” donde reafirma las tesis del “Uruguay como problema” El nuevo espacio ya no es la Cuenca del Plata sino la América del Sur. El Mercosur debe jugar un papel central, porque se basa en la unidad de Argentina y Brasil. Methol se plantea la existencia de Estados Continentales Industriales, cuyo origen fueron EE UU y la URSS y que en la nueva etapa Methol plantea a EE UU, China, Rusia, la Unión Europea e India.
Methol considera que la América del Sur tiene que culminar en un Estado Continental Industrial para tener peso en el mundo. Es la escala indispensable para tener alguna influencia en las decisiones mundiales.
Entendemos que en la actualidad existen rasgos de vigencia del pensamiento de Methol. El actual mundo internacional muestra la hegemonía militar y comunicacional de los EE UU, el predominio financiero y tecnológico, pero en el campo comercial China pasó a ser la primera potencia. Para la América del Sur este predominio de China en el ámbito comercial no es menor, porque China es el primer comprador de Brasil, Uruguay, Chile y Perú y el segundo comprador de Argentina. Pero el intercambio comercial con China es del estilo Centro –Periferia. Le vendemos recursos naturales con bajo valor agregado y nos vende productos de alta y media tecnología.
La región va a seguir colocando recursos naturales por muchos años, pero es muy relevante que sea con el mayor valor agregado posible y que se incorporen los avances tecnológicos necesarios. Pero esto no es suficiente para resolver el problema del empleo y los requerimientos sociales correspondientes. Para ello, es imprescindible retomar las ideas de Methol, de la necesidad de la integración económica sobre la base de participar en cadenas de valor, regionales e internacionales, para colocar en el exterior rubros de alta y media tecnología. Vivimos el mundo del conocimiento, de los avances tecnológicos y de las innovaciones y por lo tanto es imprescindible que la región participe colocando rubros de alta y media tecnología. Para un país como Uruguay, es imposible realizarlo si no es por la vía de la integración económica. Para ello el proceso de complementariedad productiva, de integración productiva es esencial y es el gran desafío para el futuro del Mercosur y de la integración.
La realidad política actual no ayuda para estas nuevas cadenas de valor. Por el contrario, se están planteando tratados de libre comercio, como Mercosur y Unión Europea, donde impera el secretismo y no hay estudios de impactos en cada país, especialmente de empleo. La liberalización tarifaria va a impactar el empleo en los sectores industriales de los países del Mercosur, a cambio de alguna cuota para carne y etanol. Nosotros nos abrimos, nos liberalizamos, desregulamos e inclusive privatizamos y si hay clausula trinquete, no podemos retroceder. La Unión Europea mantiene sus ayudas a los productores agrícolas, las cuotas, los rubros sensibles y formas de protección por vía sanitaria y antidumping. Son acuerdos comerciales que mantienen la relación centro –periferia, que no me ayudan a la integración económica, que me van a afectar el futuro desarrollo. Esperamos una discusión interna de este factible acuerdo, hoy con más posibilidades por la existencia de gobiernos derechistas en Argentina y Brasil. Nosotros seguiremos peleando por las viejas ideas del Tucho Methol. Queremos acuerdos, pero con mayores beneficios para los países de la periferia.
Alberto Couriel